Nunca releo mis libros, porque me da miedo.

 Amaranta creció alejada del cariño de su madre y de la atención de José Arcadio Buendía. Vivió su vida amargada por el amor no correspondido de Pietro Crespi. Vivió atormentada por la pasión que sentía por su sobrino y el no poder confiar en nadie.

 

“Alta, espadada, altiva, siempre vestida con abundantes pollerines de espumas y con un aire de distinción que resistía a los años y a los malos recuerdos, Amaranta parecía llevar en la frente la cruz de ceniza de la virginidad. En realidad la llevaba en la mano, en la venda negra que no se quitaba ni para dormir, y que ella misma lavaba y planchaba. La vida se le iba en bordar el sudario. Se hubiera dicho que bordaba durante el día y desbordaba en la noche, y no con la esperanza de derrotar en esa forma la soledad, sino todo lo contrario, para sustentarla”.

© 2011 Todos los derechos reservados.

Haz tu web gratisWebnode